Judith Obaya, deporte extremo para apoyar causas solidarias

Judith ha recorrido 20 mares, ha atravesado el desierto, ha subido montañas, ha pasado frío y hambre y ha dormido al raso. Ella anda, corre, rema, pedalea y le da gas a su moto con la que ha hecho 27.000 kilómetros y a la que llama Walkiria, y es que ella es guerrera y lucha por causas solidarias que apoyan la igualdad de la mujer.

(WL) ¿Eras una niña inquieta?

Más que inquieta. Inquieta e inconformista, siempre buscando más y mejor.

Muy decidida, con ideas muy claras que en ocasiones me costaba llevar a la práctica, pero que nunca abandoné.

Con mucha iniciativa. Creo que la época, el entorno, las circunstancias… me quedaron cortas.

(WL) Estudiaste informática, una formación en la que solo hay un 11% de mujeres. ¿Cómo animarías a las niñas a decantarse por estudios que en principio no se plantean?

De ese inconformismo e inquietud salió la idea de estudiar informática. Por aquel entonces no había móviles y yo no tuve un ordenador hasta 18 años después, ¡pero necesitaba llegar al futuro ya! (risas).

Es difícil decidirse a hacer algo que supone -tu futuro cuando palpas que no tienes opciones. Los estereotipos siguen ahí, queda mucho camino por recorrer.

Luchar y pelear creo que sabemos todas, otra cosa es que estén dispuestas o tengan posibilidades de hacerlo.

Creo que en este tema influyen muchos factores, como madre te hablaría de la apatía juvenil. Como mujer y trabajadora de estereotipos solapados.

(WL) Tradicionalmente las mujeres suelen ir de paquete en las motos y son pocas las que las conducen. ¿Por qué crees que pasa esto? ¿Cuándo empezó tu afición por las dos ruedas?

Yo crecí soñando, porque eso me alimentaba tanto como comer. Y mi sueño era verme encima de una moto. Esto, en los 70, era ser muy atrevida y díscola (risas).

Hoy en día creo que la mujer que no conduce una moto es porque no quiere. No conducen por comodidad o falta de confianza. No van en moto porque no quieren.

Puede haber casos de que la razón sea impuesta…volvemos al punto de partida.

(WL) Tenías una vida acomodada, con un trabajo fijo y ¿qué es lo que te hace salir a recorrer el mundo? ¿Cómo transformó esto tu vida?

Sigo trabajando, es como pago las facturas. Muy pocos tienen el privilegio de vivir del deporte.

Podría dedicar mi tiempo libre a lo que coloquialmente llaman -vivir bien-… sí, pero no es lo que quiero hacer.

Cada minuto, cada hora del día la paso pensando qué hacer, cómo mejorar, cómo cambiar las cosas, a quién ayudar, en qué estoy fallando o en qué he avanzado… analizo una y otra vez las ideas y dentro de mis posibilidades busco la mejor vía de actuación. Si es posible, enfocado a lo que me gusta que es el deporte extremo. Esa es mi -pedrada- (risas).

 (WL) Y te hiciste emprendedora, fundaste tu propia empresa de motoaventura. ¿Cómo fue esta experiencia?

Iniciar algo en lo que crees siempre es muy gratificante.

Y tanto José Manuel Barròs como yo queríamos que la gente viviese los viajes tan intensamente como lo hacemos nosotros. Especialmente cuando hablamos de Marruecos o Sáhara Occidental por los que sentimos gran atracción.

Incluso creamos la primera empresa de turismo activo en moto a pesar de todas las dificultades que nos encontramos por las restricciones de circulación con motos fuera de carretera.

Me ilusiona mucho mostrar a otras personas lugares y culturas diferentes, me gusta que experimenten por ellos mismos las emociones y que tengan la oportunidad de vivir cosas diferentes a lo que encuentran escrito.

Cada minuto, cada hora del día la paso pensando qué hacer, cómo mejorar, cómo cambiar las cosas, a quién ayudar, en qué estoy fallando o en qué he avanzado.…

(WL) ¿Por qué decides empezar a luchar por la igualdad?

Lo paradójico es que crecí trabajando como cualquier hombre, en el campo, asfaltando caminos, recogiendo leña… pero los estereotipos estaban ahí. Igualdad SÍ, pero para trabajar.

Pasé años sin darme cuenta de lo que verdaderamente me estaba pasando. Vivía en un autismo total. Cuando vi cual era el problema decidí actuar.

Hoy en día muchas personas de las que me rodean piensan que no existe ninguna desigualdad, simplemente lo ven como falta de valía o preparación.

(WL) Los 20 mares, el Sáhara en moto, el Canal de Castilla remando… ¿cuál es el momento más duro que has tenido que superar en tus retos?

Sin duda el más duro físicamente fue entre agosto de 2017 y septiembre de 2018 preparando la travesía corriendo del Sáhara. La preparación fue muy dura. Muchas horas entrenando y mucho sacrificio.

También lo pasé mal en la ruta en bici que hice por el 25 el año pasado. La segunda noche sin dormir, mojada, mucho frío, nevando… sufrí mucho.

Emocionalmente el momento más duro fue cuando el patrocinador que tenía para la travesía corriendo del Sáhara me dejó tirada. Pienso que, ni como persona ni como empresa, se debe hacer algo así. Supuso un paso atrás en mi carrera deportiva muy difícil de solventar.

Cuando estoy agotada y veo que llego al final es una satisfacción muy grande y unos instantes antes de terminar es como si mi cuerpo se reiniciara y me olvido de todo lo mal que lo pasé y ya no duele nada.

(WL) ¿Cómo te sientes cuando superas una de tus metas?

Me siento bien desde que empiezo porque sé que lo terminaré, con menor o mayor dificultad, pero sé que será un éxito.

Cuando estoy agotada y veo que llego al final es una satisfacción muy grande y unos instantes antes de terminar es como si mi cuerpo se reiniciara y me olvido de todo lo mal que lo pasé y ya no duele nada.

Suele ser a los dos días cuando el cuerpo me pasa factura, comienzan los dolores y parece que me acaban de dar una paliza (risas). Por suerte me recupero muy rápido y empiezo a preparar lo siguiente.

Cuando termino cada reto pienso que he cumplido con mi palabra, que he dado ejemplo a quien quiera verlo. Yo me comprometí, tenía una responsabilidad y he cumplido con ella. Pensar eso es lo que más me satisface.

(WL) Has comentado en alguna ocasión que la causa de la igualdad a veces no es bien acogida por los patrocinadores, bien porque la consideran un riesgo o porque piensan que es un asunto político. ¿Cómo los convences para que te apoyen?

Por suerte no todos piensan igual… He encontrado colaboradores muy involucrados con los valores, la igualdad de la mujer, incluso con el alto al maltrato… pero sigo sin tener patrocinadores que hagan aportaciones económicas que me ayuden a sufragar los gastos que estos retos suponen.

Hasta ahora las aportaciones de los patrocinadores han sido en especies… cascos, ruedas, vehículo, ropa…

Las cosas están mal para todos los deportistas, incluso algunos empresarios salen con eso de que patrocinar deporte no tiene retornos y que ya no están dispuestos a pagar caprichos y vacaciones a nadie. Cuando escuchas esto solo te queda rezar para que no todos piensen igual.

Por eso no me coge de sorpresa escuchar que no quieren meterse en política… directamente… no les convences… vas a picar a otra puerta… (risas).

 (WL) ¿Cuáles son las principales barreras que te has encontrado para conseguir tus desafíos?

La falta de apoyo económico. Para realizar cualquiera de mis retos he de contar con un mínimo de preparación, equipo y logística… cosas que solo se consiguen con dinero.

(WL) ¿Nos desvelas tu próximo propósito?

¿Cuál de los 30 que tengo en lista? (Risas). Hace tiempo alguien me pidió una lista de retos inéditos… anoté 33. Originales, divertidos, duros… e inéditos. Solo espero que poco a poco pueda ir preparándolos y no tenga que dejarlo por falta de ayuda.

¿Cuál será el siguiente? Todo depende del dinero de que disponga. Me gustaría correr en Sáhara y también llegar al Bering en moto en invierno, dos proyectos por los que llevo dos años peleando y en los que seguiré insistiendo.

(WL) ¿Qué es para ti una Woman Leader?

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Una mujer que actúa y desprende la energía suficiente para involucrar a cuantos le rodean.

 Judith termina esta entrevista diciéndonos: ¡Es el momento de hacer, la teoría ya la sabemos!

¡Ánimo Judith a por los 30 retos de tu lista!

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