Independientemente del sexo de la persona, siempre será el carácter el que marque la personalidad de la misma. Cada una de nosotras tiene una serie de aptitudes, que nos hace únicas. Unas tenemos más capacidad para hacer trabajos manuales, otras para el estudio de las ciencias, otras para las letras, otras para el canto o la danza. Pero el carácter va más allá.
Este es el rasgo esencial que toda mujer emprendedora ha de tener. Es la base para conseguir prosperar en la vida. Los proyectos no salen solos adelante, hay que darles un impulso y un sello de identidad. Cada una de nosotras podemos desarrollar todo lo que nos propongamos sirviéndonos de lo mejor que tenemos: nuestro carácter.
Cuando nos planteamos llevar a cabo una labor de emprendimiento y montar nuestro propio negocio, son muchas las dudas que nos asaltan. Es normal que tengamos que pensar una y mil veces si la podremos llevar adelante. La duda surge y ésta alimenta nuestras inseguridades.
El hecho de valorar y meditar las cosas no indica que no vayamos a ser capaces de desarrollar nuestra labor. Este proceso forma parte de la madurez. Ser emprendedor no es sinónimo de ser impulsivo, sino de ser reflexivo. Esto no implica que detrás de los proyectos no haya ilusión, sino equilibrio.
¿Qué características tendrá la buena emprendedora?
- Actitudes y aptitudes: Aunque parezca la misma palabra, una letrita nos indica el cambio semántico. La actitud tiene que ver con la forma de actuar y comportarse de una persona; en cambio la aptitud es tener una capacidad determinada. La buena emprendedora manejará a la perfección su campo de trabajo y sabrá desarrollar su labor de forma positiva. Custodiar un negocio no es solo saber hacer un corte de pelo, o limpiar un traje, o desarrollar un proyecto a medida; también es optimismo, ilusión, confianza y habilidades sociales.
- Ha de ser muy responsable: Etimológicamente, sabemos que el responsable es el que sabe responder correctamente ante una situación dada. Montar y abrir una empresa es un compromiso con una misma y con tus futuros clientes. La que “responderá” por todo serás tú para bien o para mal. No lo olvides.
- Lo que hace le ayuda a crecer: Has de tener muy claros cuáles son tus gustos y especialidades laborales. Dicho de otra manera: Si odias el pescado no abras una pescadería. Tu negocio es un lugar diseñado por ti misma, en que te has de sentir a gusto. Tu objetivo diario será verlo crecer y tú crecer con él.
- Arriesgar para ganar: Abrir un negocio no es tarea sencilla, sobre todo si no hay suficiente financiación o suficiente energía personal por parte del que emprende. Cuando la consigas, volverás a sentir el vértigo. Toda actividad emprendedora implica un riesgo. Nada es seguro en esta vida, pero ¿por qué no intentarlo?
- Se marca metas a medio-corto plazo: La buena emprendedora trabaja por objetivos. Si no los consigue en el tiempo planteado, debe recapacitar por qué no se llega a estas metas ¿Qué está fallando? ¿Qué podemos hacer para mejorar? ¿Qué hay que modificar? Nuevamente vemos: actitud y aptitud.
Estas 5 características para emprender deben ser tenidas muy en cuenta, además de dos contrapuestas pero al mismo tiempo imprescindibles: Una gran emprendedora deber ser realista pero tener un gran sueño en su cabeza. ¿Es posible unir ambas cosas? Seguro que sí, con equilibrio, energía y mucha ilusión todo es posible si pones todo tu empeño en ello. Pero recuerda ¡todo lleva su tiempo!. No tires la toalla a la primera de cambio….persevera y trabaja y el éxito vendrá.
¡Adelante con tu emprendimiento!