No podemos negar que vivimos en una vorágine atroz, dados los tiempos urgentes y la necesidad de inmediatez a cada paso que damos.
La velocidad en la que vivimos puede afectar a nuestra salud mental y física. Tómate un tiempo para recapacitar sobre la velocidad a la que vas cada día, cada semana y pregúntate esto: ¿Va el mundo demasiado rápido para mí?
A veces me pasa que al ver todo lo que tengo que hacer en el día, ver la cantidad ingente de noticias y novedades que hay que leer en Internet y en las Redes Sociales, me entra una sensación de desbordamiento abrumadora. Cuando pasa la semana y pienso ¿Ya es domingo otra vez? siento que no he hecho todo lo que debería para disfrutar de mi tiempo, ha pasado todo tan rápido por delante de mí que a veces, simplemente, se me escapa. ¿Te pasa a ti?
En esas ocasiones me siento como el conejo blanco de Alicia en el país de las Maravillas, que siempre llegaba tarde reloj en mano diciendo: «¡Llego tarde, llego tarde a una cita importante!».
Sea cual sea nuestra profesión y vida personal, no podemos negar que vivimos en una vorágine atroz, dados los tiempos urgentes y la necesidad de inmediatez a cada paso que damos.
Y debemos decir que no siempre estamos preparados o queremos ser parte de este cúmulo de necesidades urgentes, a veces laborales, a veces demandadas por nuestros propios hijos o nuestro entorno familiar y, muchas otras veces, por nosotras mismas, que ya nos hemos olvidado de parar cinco minutos al día para siquiera mirarnos al espejo con ningún otro objetivo que “solo observarnos”.
¿Alguna vez te has preguntado que cuando decimos “hablé con mi amiga, con mi hermano, con mi madre…” en realidad pocas veces lo hacemos?. Lo que en realidad hicimos fue mantener una “charla” por WhatsApp, o por una Red Social, que no es lo mismo que conversar, escuchar la voz del otro, sentir realmente su estado de ánimo.
Claramente nuestro nuevo mundo, en el que criamos a nuestros hijos, tiene esta velocidad instalada en todo nuestro día y hay que aprender a vivir en él, disfrutarlo y ser parte de esta nueva sociedad en la que estamos inmersos. Sin embargo, hay cosas para las que se hace imprescindible tomarse con tiempo cada día, sin apuros, con espacio, con tranquilidad.
Aquí te dejo 5 sencillas ideas para poner en páctica. Espero que las hagas parte de tu rutina diaria para que te ayuden a parar el reloj y ver la vida de otra manera.
1. No pienses en lo temprano que tienes que levantarte mañana. Besa y arropa a tus hijos en la cama con tiempo, hazles cosquillas, cuéntales un cuento, como si nada más importara. Este es tu tiempo con ellos siendo pequeños. Todos los días crecen y se harán adultos. Este es el momento para disfrutarlos, no lo olvides.
2. Levántate 10 minutos antes y disfruta de un café o un té a “solas”, sin pensar en el resto del día. Sonríe antes de empezar el día.
3. Cada hora, levántate de tu silla, estírate, respira profundo, da unos cuantos pasos, lávate la cara con agua fría y toma un vaso lleno de agua.
4. Camina descalza sobre la hierba, al menos una vez al mes. Relájate, medita. Dedícate a no hacer nada. Llama a tu madre o a tu padre, si aún tienes la suerte de tenerlos contigo. Llama a tus amigos, a tus hermanos y queda con ellos solo para hablar.
5. Y por sobre todo, deja de “hacer tareas” todo el tiempo para simplemente “ser”, al menos un poco cada día.
Vive, porque nuestro tiempo es hoy. ¡No lo olvides! Deja un poco de tiempo para un pequeño «Tea Time»
¿Y tu? ¿También sientes a veces que el mundo va demasiado rápido?
Un abrazo,
Gracia
Comentarios recientes