Motívate mejor y logra tus metas
Mi nombre es Arantza Moncalean y quiero darte la bienvenida a este espacio en la que abordo temas relacionados con el autoconocimiento y la gestión emocional. Como mujer emprendedora e incansable buscadora de conocimiento y de equilibrio emocional en la vida, quiero, a través mis artículos, darte pautas y respuestas que me parecen valiosas para la vida diaria, todas ellas fruto de mi experiencia personal, así como las técnicas empleadas en mi consulta.
Quiero que te pares por un momento a reflexionar acerca de las rutinas de tu vida y te respondas esta sencilla pregunta: ¿para qué hago lo que hago?, fíjate en pequeñas cosas y gestos que automatizamos, pero que a veces es conveniente revisar. Casi siempre nos planteamos el por qué, que nos lleva a una justificación automática de nuestra mente, pero el para qué te hará tomar conciencia del objetivo de dicho acto. Tenemos en nuestra vida diaria rutinas e incluso rituales que instauramos desde el “manual” del “debería” o desde un ideal, pero si sientes que estás baja de energía o que llevas un ritmo que está sobrepasándote, es tiempo de revisar dichos “manuales”.
Revisando los “para qué” de tu vida
El para qué te sitúa en un objetivo fijado en un momento determinado de tu vida que puede que haya cambiado y tú no hayas sido consciente de ello. Por eso es necesario revisar los “para qué” de tu vida e ir determinando qué rutinas deben continuar, si tienen un objetivo y cuáles se pueden desechar porque ya no tienen coherencia con tu meta. Este ejercicio aliviará tu vida de acciones innecesarias que conllevan un importante gasto energético y que ocupan nuestro tiempo generando sensación de no tener el control de nuestra vida.
Pero volvamos al concepto de motivación porque es importante que seas consciente de que las conductas pueden estar motivadas de manera intrínseca o extrínseca. La motivación intrínseca está relacionada con factores subjetivos como la curiosidad, el reto que suponga la tarea para ti, la percepción de competencia que tengas para dicha tarea e incluso el dominio que sientes sobre ella. Por otro lado, la motivación extrínseca es aquella que está relacionada con fuentes ambientales ajenas a ti, por ejemplo, la aprobación y reconocimiento de otros, los incentivos materiales o el evitar consecuencias negativas, como puede ser, que no haya quejas de un cliente.
La motivación interna o intrínseca pone el foco en la actividad en sí. Te pondré un ejemplo práctico con una actividad rutinaria como cocinar, si lo haces con una motivación intrínseca estás disfrutando de experimentar con sabores, olores y puede ser un disfrute, independientemente del resultado. También puedes cocinar con la motivación extrínseca para que te feliciten los comensales, con lo cual, la realización de la tarea se puede convertir en algo incluso tedioso, dado que el resultado no depende de ti, pero la buena noticia es que dicha motivación y el foco sí dependen de ti. El grado de motivación intrínseca hará que puedas disfrutar más de la experiencia, con mayor implicación, pudiendo utilizar más estrategias para autorregularte que si la motivación es extrínseca.
Cuando la motivación es externa y depende del resultado de la misma, si éste no se da, bajará la implicación en la tarea, así como el disfrute que experimentas al realizarla. Tienes que tener en cuenta, que, si el foco está en el resultado, estás generando una expectativa que al no cumplirse se puede convertir en decepción o si se repite continuamente, en frustración.
Con todo esto, mi recomendación es poner el foco en la tarea en sí, lo que te aporta durante el tiempo que la realizas, pudiendo llegar a experimentar un estado de flujo o “flow” que supone una inmersión profunda en la actividad, en el que sientes, piensas y deseas en armonía, produciéndote la percepción de que el tiempo vuela.
Si además la tarea está acorde con tus capacidades, la sensación será todavía más satisfactoria. Este estado de flujo puedes haberlo experimentado en tu vida, por ejemplo, cuando eras pequeña y pasabas las horas haciendo recortables, dibujando o jugando. Cuando la tarea está motivada de forma interna, el simple hecho de realizarla ya supone un disfrute en sí y la motivación se puede retroalimentar por esta sensación de flujo.
Revisa en cada área de tu vida qué tipo de motivación prevalece en tus conductas. Esta reflexión te va a hacer darte cuenta de dónde pones el foco, si en la tarea en sí o en el resultado y en las expectativas que este genera. Busca aspectos que puedan hacer de esa tarea en principio nada apetecible, en motivante, como un reto o superación personal siempre alineada con tu objetivo.
“Pregúntate si lo que estás haciendo hoy, te llevará adonde quieres estar mañana”
Walt Disney
ACTIVIDAD
Para concluir te detallo una actividad para que pongas en marcha tu plan. Haz un listado de rutinas y rituales, por orden de importancia y tiempo empleado, revisando el “para qué”:
1. Haz una lista de objetivos o propósitos.
2. Deshecha aquellas rutinas que ya no tengan sentido en tu día a día dado que ya no respondan al cumplimiento de algún objetivo.
3. Diferencia el tipo de motivación para cada objetivo y si la motivación es externa, transfórmala en interna, buscando los beneficios o placeres del camino de su consecución.
Si el objetivo es ambicioso, subdivídelo en pequeñas metas alcanzables con plazos razonables, para así, de ese pequeño logro, coger impulso para el paso siguiente.
4. Disfruta de cada pequeño logro premiándote con cosas que te aporten placer (por ejemplo, si el objetivo es adelgazar diez kilos y divides en metas de tres kilos, cuando cumplas la primera meta, date un capricho como un masaje o un spa, esto te reforzará tu motivación hacia la siguiente meta).
Arantza Moncalean